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debemos acercarnos a él, sino por qué hemos de ocuparnos de él. La contestación humanista liberal
a esta pregunta, como ya sugerí, es a la vez perfectamente razonable y completamente inútil.
Intentamos concretar un poco la respuesta preguntando ahora en qué forma la reinvención de la
retórica que propuse (aunque también podría denominarse teoría del discurso o estudios
culturales o cualquier otra cosa) podría contribuir a hacernos mejores. Los discursos, los sistemas
de signos y las prácticas relacionadas con el significado, desde el cine y la televisión hasta la novela
y los lenguajes de las ciencias naturales, producen efectos, modelan formas de conciencia e
inconsciencia estrechamente relacionadas con el mantenimiento o la transformación de nuestros
sistemas de poder existentes. De esta manera se hallan íntimamente relacionadas con lo que
significa ser una persona. Puede sin duda considerarse que la  ideología indica precisamente esta
conexión, el eslabón o nexo entre discursos y poder. Después de considerar esto, las cuestiones
relacionadas con la teoría y el método pueden examinarse bajo una nueva luz. No se trata de tomar
como punto de partida ciertos problemas teóricos o metodológicos, se trata de tomar como punto
de partida lo que deseamos hacer, para ver después qué métodos y teorías nos ayudaran más para
alcanzar nuestros fines. El decidir nuestra estrategia no va a determinar de antemano cuáles
métodos y cuáles objetos de estudio sean más valiosos. En lo referente al objeto de estudio, lo que
se decida examinar depende en gran medida de la situación práctica. Quizá parezca mejor leer a
Proust y al Rey Lear, o leer novelas románticas, o ver programas de televisión para niños, o filmes
vanguardistas. Los críticos radicales son muy liberales en estas cuestiones: rechazan el
dogmatismo que insiste en que Proust es siempre más digno de estudio que los anuncios
publicitarios de la televisión. Todo depende de lo que se desee hacer y en qué situación. Los
críticos radicales tienen también amplio criterio en cuestiones relativas a la teoría y al método, a
este respecto tienden a ser pluralistas. Es aceptable cualquier método o teoría que contribuya a
alcanzar la meta de la emancipación humana, de la obtención de  seres humanos mejores . El
estructuralismo, la semiótica, el psicoanálisis, la desconstrucción, la teoría de la recepción, todos
estos enfoques y otros más saben percibir y comprender en formas que pueden aprovecharse. No
es probable, sin embargo, que todas las teorías literarias se adapten a dichas metas estratégicas,
más aun: es casi imposible que varias de las teorías estudiadas en este libro pudieran hacerlo. Así
lo que se escoja o rechace en la teoría depende de lo que prácticamente se intente hacer. Esto ha
sucedido siempre en la crítica literaria, aunque muy a menudo no esté dispuesta a reconocerlo. En
cualquier estudio académico se seleccionan objetos y métodos de procedimiento que parecen ser
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Terry Eagleton  Una introducción a la teoría literaria
los más importantes, y la evaluación de su importancia se rige por marcos de interés con hondas
raíces en nuestras formas prácticas de vida social. A este respecto la crítica radical no presenta
ninguna diferencia: lo que pasa es que ha establecido un conjunto de prioridades sociales con las
que en la actualidad, no está muy de acuerdo la mayor parte de la gente. A esto se debe que por lo
general se les rechace por  ideológicas , pues la  ideología es el nombre que siempre se da a los
intereses de los demás pero rara vez a los nuestros.
En todo caso, ninguna teoría ni ningún método tiene solamente una aplicación estratégica.
Pueden movilizarse de acuerdo con diversas estrategias y con fines diferentes, pero no todos los
métodos se adaptan con la misma facilidad a fines específicos. Se trata de demostrar, no de
suponer desde el principio que tal método o teoría servirá para el caso. Una de las razones por las
que no terminé este libro con una exposición de la teoría literaria socialista o de la feminista es
porque opino que con ello animaría al lector a cometer lo que los filósofos llaman  error
categórico . Con ello podría desorientarse y llegar a pensar que la crítica política es otro enfoque
crítico que se añadiría a los ya expuestos, que se diferenciaría de ellos por ciertos supuestos pero
que esencialmente se trata de lo mismo, y esto no debe ser pues, como ya he dicho, toda crítica es
política en cierto sentido, aunque el público tiende a calificar como política a la crítica que esté en
desacuerdo con su punto de vista. La crítica socialista y la feminista, por supuesto se interesan en
desarrollar métodos y teorías adecuados a sus fines: analizan las relaciones entre la escritura y la
sexualidad, o entre el texto y la ideología, en una forma que suele ser diferente de la que adoptan
otras teorías. Asimismo quieren afirmar que sus teorías tienen mayor fuerza explicativa que las
otras pues de no ser así, no valdría la pena presentarlas como teorías. Por otra parte sería un error
considerar que la particularidad de esas formas de crítica consiste en que ofrecen otras opciones en
materia de teorías de métodos. Esas formas de crítica se diferencian de otras porque definen de
manera diferente el objeto del análisis, porque tienen diferentes valores, criterios y metas y por ello
ofrecen diferentes tipos de estrategia para alcanzar esas metas.
Hablé de  metas porque no debe pensarse que esta forma de crítica tenga sólo una. Hay
muchas metas por alcanzar y muchas maneras de alcanzarlas. En algunas situaciones el método
más productivo puede consistir en examinar como los sistemas significantes de un texto  literario
producen ciertos efectos ideológicos, lo cual también puede aplicarse a una película filmada en
Hollywood. Proyectos así pueden resultar particularmente importantes cuando se dirigen a los
estudios culturales que realizan los niños, también puede ser de utilidad recurrir a la literatura
para fortalecer en ellos el potencial lingüístico que les niegan sus condiciones sociales. Hay usos
tópicos de la literatura que son de este tipo, y también una rica tradición en torno de ese
pensamiento utópico que no se debe archivar despreocupadamente tildándola de idealista. El
placer activo que ofrecen los artefactos culturales no debe ser relegado a la escuela primaria,
dejando a los estudiantes más avanzados la árida tarea del análisis. El placer, el gusto, los efectos
potenciales transformadores del discurso son temas tan  apropiados para los estudios
 superiores como puede serlo la utilización de los tratados puntanos en las formaciones
discursivas en el siglo XVII. Otras veces resulta más útil no ya criticar y gozar los discursos de los
demás sino producir los nuestros. En este punto (como ocurre con la tradición retórica) puede
ayudarnos el estudiar lo que otros han hecho. Bien puede ser que usted desee presentar sus [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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